" Uno escribe su propia vida, sólo que, por pudor, la escribe en jeroglífico."
Francisco Ayala.

15 oct 2010

La memoria de mi país.


Aquí nadie ha visto nada. Nadie sabe nada. No ha ocurrido nada. ¿Para qué? No se oye nada. No se ve nada. Sólo un leve rumor de lo que fue nuestro pasado. Nuestra historia. Pero nadie quiere saber nada. Hacen oídos sordos. ¿Para qué? Preguntan. Para nada. Responden. Porque aquí no existe el esfuerzo. Ni la dedicación. Ni la gente admirable. Aquí no existe la recompensa. No existe el mirar atrás. Por supuesto, no existe la memoria.
Este país no tiene historia. Ha surgido ahora. De la nada. Un día nos levantamos, y ahí estaba. España. Con sus playas y sus montañas. Y su gobierno. Y su monarquía. Y su democracia. Y su población. Todo puesto. Muy mono. Y lo que pone en los libros, señores, es todo falso. Los libros de historia mienten sobre España. ¿República? ¿Guerra Civil? Eso nunca ocurrió. Aquí no hubo represión durante treinta años. Jamás. ¿Dictadura? Sólo rumores. ¿Presos políticos? ¡Eran criminales! ¿Fusilamientos? Tuberculosis. ¿Fosas comunes? ¡Eso no existe! Ya, es este país no existe nada. ¿Están ustedes seguros? Investiguemos...
¡NO! ¿Para qué? Sencillo. Para saber la verdad. Porque es este país hubo una guerra. Un guerra que jamás terminará. Y aquí, en el suelo que tú estás pisando, se han vivido historias que nadie en este país desearía volver a vivir. Porque para entender este país, para entender a los españoles es necesario saber su historia. Vivirla. Y sí, señores, España tiene historia. La historia de como nos robaron lo más ansiado. De como nos quitaron de las manos nuestro tesoro. El premio de la España admirable. Y al parecer, pocos se acuerdan de eso. Del sufrimiento español, de la guerra. De la muerte. Pero sobre todo, de la muerte de la libertad. La muerte de la cultura. De la alegría. Y del progreso. Todo lo que se había conseguido, con esfuerzo y dedicación. Con amor. Y la España de la gente valiente y trabajadora lo niega. Se niega el esfuerzo, la dedicación, la alegría, el progreso, la valentía. Y se cubren ojos y oídos ante las familias de los que lo sufrieron. La gente valiente que murió por su patria. La gente admirable que lucho para acabar en una fosa común. ¿Y para que recordarlo? Si de eso hace ya mucho tiempo... Si la gente que vivió aquello ya está enterrada. Si no se va a enterar. Si ahora estamos bien...
Y recordaremos. Porque sirve. Porque se debe recordar. Porque se lo debemos a esas personas que lucharon para que nuestro futuro fuese un futuro mejor. Porque ellos son valientes. Nosotros no. Y es mucho más cómodo despertarse un día y ver que todo está ya puesto. Y no saber que algún día todo lo que se oculta volverá a la superficie. De cualquier modo. Por cualquier medio. Y ya nadie podrá negar lo que pasó. Y nadie lo podrá olvidar. Y nuestros hijos no tendrán un futuro mejor. Porque el futuro ya no será futuro. Y no nos podrán admirar. Porque nosotros no somos admirables. Nosotros no somos valientes. Porque España es así. Y a España hay que quererla. Hay que mimarla. Porque España es diferente. Y no concibo a esta España sin una Cataluña y un Euskadi independentistas. Porque sin los independentistas, este país, no sería España. Hay que admitirlo. España es así. Diferente. Y grande como ella sola. Como una madre que sufre por sus hijos. Y sobre todo, que lucha por ellos. Y le debemos tanto, tantísimo a esta tierra de gente trabajadora, humilde y valiente. La tierra de los traidores y los ciegos. Esta España que es muchas Españas a la vez y que forman una sola España.
Por todo eso, yo, recordaré siempre la historia de mi país. Para saber quien soy y quienes son los demás.