30 ene 2011
Ni hablar.
29 ene 2011
Ignorancia.
27 ene 2011
25 ene 2011
Playas II
Y se sumerge bajo el agua. De pronto, como por arte de magia, surgen a la superficie pequeñas burbujitas.
- ¿Las has visto?
Su pelo rubio, mojado, cae sobre su cara. Y ella, con la sonrisa en la cara, se lo aparta hacia atrás.
- ¿Las has visto? Si quieres hago más...
Y se vuelve a sumergir antes de que yo diga nada. Parece pequeña y frágil, pero solo yo sé que no lo es del todo.
- ¿A que es divertido?
Parece tan feliz con sus burbujitas que siento miedo. Ríe. Ríe sin parar. Y se sumerge en el agua. Bucea un rato. Y luego vuelve. Se abraza a mí, como una lapa, ansiosa de cariño. Y se lo doy. Porque en estos momentos, todo mi amor es su suyo. Todo el amor que guarda en su pequeño cuerpo me basta para vivir. Y su risa, su risa es mi alimento.
- Mamá, ¿cuánto tiempo nos vamos a quedar aquí?. - Dice enrollada en la toalla.
- Ahora vivimos aquí, cariño.
- Me gusta este sitio. El hombre del bar me ha dicho que aquí siempre es verano. ¿Es verdad?
- Sí, de algún modo, sí.
- ¿Y papá? ¿Va a vivir aquí papá?
- No, cariño, papá se queda en Madrid.
Y al decir eso, noto la tisteza en su cara.
- Pero vendrá a vernos, Núria. Además, aquí la escuela es muy bonita, y la maestra es muy simpática. Y podrás nadar en la playa siempre que quieras, te lo prometo.
- Me gusta la playa. ¡Y nadar! - Y se echa a reír, como solo ella sabe hacer.
23 ene 2011
Playas.
-¡Cógeme si puedes!
Y echó a correr. Corría riendo. Por la arena. En aquella playa paradisiaca. Lejos de todo. Donde solo estaban ella y él.
Y él la observó correr durante unos segundos. Ese bikini le sentaba genial. Y su risa... su risa era su universo. Y entonces decidió ir tras ella. Tras la sonrisa más bonita del mundo.
Corrieron hacia mar, riendo, amándose. Y cuando él por fín pudo alcanzarla la rodeo con sus brazos y se hundieron juntos bajo el mar, abrazados. Nadaron solos durante horas, siempre juntos... dándose mil besos. Porque se querían. Se querían mucho.
- No quiero que esto se acabe nunca, ¿sabes?. - Dijo él mientras la besaba.
- Puedes estar seguro de que nunca acabará. ¿Sabes por qué?
- ¿Por qué?.- Y la estrechó más aún entre sus brazos.
- Porque lo que siento por ti no lo he sentido jamás. Porque sé que eres tú... Sé, que aunque a veces te odie, eres el amor de mi vida. Y jamás te sustituiré por nadie.
Y entonces él no supo que decir, solo pudo abrazarla... cada vez más fuerte.
A veces...
Y a veces creo que le echo de menos. Cuando llego a casa y sé que no va a llamar. Que no va a estar. Para regalarme su risa, y con ella el mundo entero. Para decirme que todo irá bien. Que él me esperará, porque siempre va a estar allí.
A veces, muchas quizás, sé que le echo de menos.
Pero otras veces, otras veces siento que él no es para mí, e incluso le llego a odiar. Que vivimos mundos distintos. Y que habrá alguien que me quiera más que él. Que él no me merece. Y que jamás me ha sabido querer.
Pero lo cierto es que le echo de menos, quizás algún día encuentre a alguien mejor que me sepa querer y en quien pensar siempre, pero ahora es él el que ocupa mi mente. Debo ser muy masoquista, pero me gusta pensar que algún día volverá a doblar esa esquina. Y volverá a hacerme feliz.