" Uno escribe su propia vida, sólo que, por pudor, la escribe en jeroglífico."
Francisco Ayala.

12 oct 2011

Playas V

Han pasado más de dos meses y aún no le ha hablado de la isla. Y no es capaz de entenderlo. La isla. Su isla.
Ha soñado tanto con ella. Tantísimo. Ha hablado tanto de ella. Tantísimo. Que no es capaz de comprender que aún no le haya hablado de ella.
Su isla, de nombre impronunciable. Donde se pierde cuando ya no puede seguir. Donde se pierde cuando no tiene ganas de seguir. Donde es ella misma. Y nadie le juzga. Donde es la más bella. Y no caben defectos.
Esa isla que poco a poco va adoptando nombres y apellidos. Esa isla que le ha enseñado a ser feliz. Donde es más feliz que nadie.
Y aún no le ha hablado de ella, y no puede entenderlo. Porque él, más que nadie, se merece saber de la isla.

10 oct 2011

Playas IV

Ahí está. Sola. En el mar. En su isla, en su playa. Ya no sabe quien es. Y menos aún quien quiere ser. Huyó lejos para perderse. Para perder esas inseguridades, esos defectos y esas maletas llenas de ansiedad. Huyó lejos para perderse a sí misma. Porque ya no sabía quien era. Ni quien quería ser. Huyó lejos, a su isla, para encontrase a sí misma.
Y ahí está. Sola. Sin nadie. Sin ella misma. Aún no sabe comprender quien es. Ni quien quiere ser. Está perdida. Perdida en un mundo de gigantes. Un mundo enorme donde ella tan solo es una hormiga débil e indefensa. Porque no sabe quien es. Ni quien quiere ser. Ni mucho menos quien quieren que sea. Quien quieren que sea ellos, los de fuera. Los que le dicen qué debe hacer y cómo actuar. Los que le dicen en quién tienen que confiar y en quién no.
Y ahí está ella. Sola. Perdida. En un mar de dudas. En su mar. En su isla. Comenzando a advertir quien es. Y en quien ha de confiar. Comenzando a advertir que la solución está en sí misma. Que ha de confiar, tan solo, en sí misma y en lo que ella considere. Porque su criterio, el suyo, es el único que vale. Porque, al fin y al cabo, la única que puede saber a ciencia cierta quien es... es ella misma.