La noche del once de junio fue una noche especial. Llevaba todo el día estudiando y estaba muy cansada. Para serte sincera, no estaba pasando por un buen momento, me comía la ansiedad cada día un poco más.
La noche del once de junio estaba sentada en el suelo de la calle, comentando con dos amigos lo dura que se nos hacía a veces la vida. Los miedos y las inseguridades. Y entre tanto pensamiento y comentario amargo... me acordé de ti.
Me acordé de ti justo esa noche. Y lo dije, te juro que lo dije... Dije que te echaba de menos, y que te quería mucho.
Me preguntaba cómo te había ido la selectividad, más tarde supe que nunca la llegaste a hacer.
Lo que no entiendo, amiga mía, es como una persona como tú ha llegado hasta esta situación.
Siempre había admirado tu fortaleza, tu manera de ver el mundo y esa personalidad tan fuerte que parecía que nadie la podría destruír. Te prometo que sé que tú no eres así. Te prometo que ya no te admiro. Y ahora, te vas a callar y me vas a escuchar.
Ya no te admiro porque soy incapaz de admirar a alguien que se deja arrastrar por una persona tan miserable. Porque soy incapaz de admirar a una persona que ha caído de lo más alto solo porque ella ha querido. Porque estás haciendo mucho daño a las personas que más te quieren en este mundo. Porque te has jodido la vida.
Y debes saber, querida amiga, que no, tú no eres una persona madura. De hecho, en estos momentos, eres la persona, mayor de edad, más inmadura que conozco. Una persona madura no abandona su casa, no deja su vida así porque sí. Lo has tenido todo, todo en esta vida. Tienes una familia estupenda y no te pienso permitir que lo niegues una vez más. Una persona madura sabe qué es lo que le conviene y lo que no. Sabe lo que es ganarse la vida de verdad. Porque lo que tu haces no es ganarse la vida. Ganarse la vida es trabajar, y si hace falta, hasta que te sangre el cuerpo de tanto trabajar para poder comer y dar de comer a tu familia. Ser una persona madura es quererse a sí misma y a los demás. Ser una persona madura no es destruirse para acabar muerto a los treinta y pico. Ser una persona madura no es meter a sus amigas en movidas de personas miserables. Ser una persona madura no es ser egoísta. Ser una persona madura no es alardear de ser una persona madura.
Y ahora para, y mira a tu alrededor... Puede que no estés de acuerdo con el sistema, que no te guste lo convencional, que la vida de las personas que te rodeen no sea de tu agrado y no compartas ideas políticas con ellas. Muy bien, sé lo que es eso. Pero te juro, que esas personas que he citado antes son muchísimo más respetables que tú, porque puedo estar segura de que la mayoría tiene lo que se ha merecido en esta vida, por su esfuerzo y su dedicación. Tú no vas a conseguir nada bueno.
Se pueden cambiar las cosas de manera más inteligente, como lo ha hecho la gente respetable en este mundo, en este país. Tú nunca serás respetable. Ya no.
La noche del once de junio fue una noche especial. Lo malo vino después.