Todos sus sueños, sus planes. Son suyos. De nadie más. Y él lo sabe. Sabe que todo eso y mucho más es suyo y de nadie más.
Y las noches. Las mañanas. Las tardes. Y todos y cada uno de los días que vendrán.
Y los días nublados. Lluviosos. Los soleados. Hasta los días raros.
Y las canciones. Y los versos. Las palabras, son suyas.
Su manera de andar. De hablar. De reír.
Su pelo, sus manos, su boca.
Hasta su malhumor, sus desplantes y sus miradas.
Las sonrisas tontas, y la risita. Son suyas y de nadie más.
Sus sonrisas, sus besos, su risa.
Ella. Ella es suya.