" Uno escribe su propia vida, sólo que, por pudor, la escribe en jeroglífico."
Francisco Ayala.

17 jun 2010

Te me escapas.

Tú te me escapas. Como el ave que vuela no sabe dónde. Te me escapas. De nuevo. Una vez tras otra. ¿Y qué hago yo? Esperar a que vuelvas. Pero esta vez sé que nunca lo harás. Te me escapas. Y vuelas. Hacia no sabes dónde. Vuelas. Libre. A tu aire. Y nunca volverás. Y te vas. Te alejas aún más. Rio abajo. Como el agua que corre. Corriente de agua. Libre y clara. Retenerte siempre ha estado bien. Pero ahora es diferente. Porque nunca volverás. Y te me vas. Te escapas. Y te dejo ir. Involuntariamente. Para que corras y seas feliz. Como siempre lo has sido. Y ya nunca volverás. Porque no. Porque no lo deseas. Y ya no estarás a mi alcance. Para verte siempre que quiera. Para hablarte. Y escucharte. Porque la vida cambia. Pero el pasado nunca muere. Y siento que te pierdo. Cada vez más. Y me echo las culpas. Para no sentirme tan mal. Y lloro. Lloro al pensar en ti. Lloro de nostalgia. Y dolor anticipado. Lloro por el mañana que nunca será. Y por el pasado que siempre fue. Y sonrío al pensar en ti. Porque fuimos felices. Y porque lo volveremos a ser. Me gustaría seguir tus pasos. Pero me contengo. Porque yo no sé volar. Y podría morir. Y te me escapas. Como siempre. Como nunca. Y ya no volverás. Nunca jamás. Y quisiera poder esperar. Pero no debo. Te vas. Para siempre quizás. Y quien sabe si te volveré a ver- Te me escapas como quien deja su hogar. Como quien vive su propia vida. Y yo no puedo-debo hacer nada. Porque no. Porque no puedo. Porque no debo. Porque, yo, ya te doy por perdido.

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