" Uno escribe su propia vida, sólo que, por pudor, la escribe en jeroglífico."
Francisco Ayala.

24 feb 2011

Correr.

Entonces comencé a correr. Rápido, lejos. No volví la vista atrás, tampoco volví para despedirme de nadie, ni para arrepentirme de nada. Quería correr, huir, dejar todo atrás, comenzar de nuevo. Deseaba ponerme a prueba, quería saber hasta donde era capaz de llegar. Porque yo ya estaba segura de todo, sabía lo que quería, volvía a ser realmente yo. Y él ya había pasado a la historia, a mi historia. Comencé a correr. Tenía la intención de no parar nunca... porque a la vida hay que mirarla a los ojos y gritarle que eres mucho más fuerte que ella y que lograrás superar todos los obstáculos que te imponga. Comencé a correr con la intención de dejar atrás mis miedos y olvidar mis frustraciones, estaba segura de que lo conseguiría. Comencé a correr cuando me di cuenta de todo, cuando abrí los ojos. Comencé a correr y poco a poco fui dejando de pensar en él, conseguí quitarlo de mi mente, fue un amor frustrado y confuso que me hizo correr, correr mucho... para darme cuenta de que al fin y al cabo no valía la pena seguir esperando. Y entonces... paré.

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