" Uno escribe su propia vida, sólo que, por pudor, la escribe en jeroglífico."
Francisco Ayala.

7 abr 2011

Él y su sonrisa.

Él. Era él. Él y su sonrisa. No necesitaba más.
Por aquel entonces no era complicado vivir. Solía pasar las mañanas en el instituto. Las tardes las dedicaba a estudiar, y si tenía tiempo... le dedicaba unos minutos a aquella sonrisa. Por aquel entonces yo era feliz. Muy feliz. Me gustaba reir a su lado. Llorar era menos triste si él me abrazaba. Y los días pasaban muy rápido.
Aún recuerdo su voz susurrando mi nombre. Y las noches enteras sin dormir. Imaginando que vendría y me contaría lo mucho que me quería.
La vida era fácil por aquel entonces. No necesitaba más que su sonrisa. Su sonrisa y él.
No recuerdo muy bien que llegó a pasar. Lo que recuerdo es que todo terminó. Terminó como acaban las cosas bonitas. Terminó como todo en esta vida.
Ha pasado mucho tiempo, y aún recuerdo el perfume de su cuerpo. Porque las historias bonitas nunca acaban. Porque en nuestros recuerdos caben más sonrisas que lágrimas.
Ha pasado mucho tiempo. Muchas cosas han cambiado. Otras no. Pero aún recuerdo las cosas bonitas. Y si fuese con él. Yo con él siempre lo intentaría.

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