" Uno escribe su propia vida, sólo que, por pudor, la escribe en jeroglífico."
Francisco Ayala.

27 feb 2010

¿Otro fracaso?

Fracaso tras fracaso. Ir detrás del fracaso. Y no porque se busque, sino porque obliga a seguirle. ¿Y qué se debe hacer? Nada. Seguir hacia adelante, con la cabeza bien alta y una sonrisa en la cara. Porque algún día la suerte sonreirá.


Y no importará mirar hacia atrás y contemplar cuales fueron los errores. Y si no se encuentra errores… sonreír y confirmar que no fue culpa nuestra. Y si se vuelve a caer en el fracaso… tranquilizarse y reflexionar sobre la afirmación de que en esta vida no todo tiene porqué ser bonito.


Y es que ahora, después del último fracaso, me pregunto cuál es verdadero significado del amor. Si debo creer en el amor eterno. Si debo creer en el amor. Y vuelvo a confirmar mi teoría de que el amor se encuentra, no se busca. ¿Qué importa si se tarda toda una vida para encontrarlo? Lo importante es encontrarlo. ¿Para qué vivir toda una vida con una persona a la que no sientes plenamente? Para nada. Para no vivir un amor realmente verdadero. Por eso no lamento haber perdido el tiempo con amores que no eran de verdad. Porque he aprendido que es lo que quiero realmente. Y he comprendido, al fin, que el amor es el que mueve mi mundo particular. Quizás, estos fracasos, no sean tan fracasos.

25 feb 2010

Aprender a vivir.

Y hoy la vida me enseña una nueva lección. Vivir es aprender. Y aprender es vivir. Dar un par de pasos hacia adelante. Da igual si pocos o muchos, lo importante es hacia adelante. Y sí, miraré hacia atrás las veces que me de la gana. Porque mirar atrás es recordar. Y recordar significa haber vivido. Viviré muchos años más, para que nadie tenga que echarme de menos. Para que yo no tenga que echarme de menos. Lloraré las veces que tenga que hacerlo y no me lamentaré por ello. Las lágrimas me harán más fuerte. Reiré siempre que pueda, con la gente que yo elija. Caeré. Caeré muchas veces. Me levantaré. Limpiaré el polvo de mi ropa. Y continuaré caminando por mi vida. Pensaré. Pensaré demasiado quizás. Pero pensaré. Para poder sacar conclusiones. Para poder seguir aprendiendo. Porque no hay nada más hermoso que vivir, y solo podremos vivir aprendiendo. Porque hoy la vida me ha enseñado una nueva lección. Hoy he comprendido la nueva lección de esta asignatura que es vivir.
Vivir y aprender. Vivir para aprender. Aprender para vivir. Aprender a vivir. Vivir aprendiendo. Y hoy la vida me enseña una nueva lección.

22 feb 2010

Deseo.


Deseo. Deseo incontrolable. Que se siente y no se esconde. Que se siente y se esconde. Deseo que se refleja en los ojos. Y que quema. Y que moja. Deseo ardiente. Deseo húmedo.
Unas piernas que se entrecruzan. Unos ojos que se miran. Unas manos que tocan. Unos labios que se besan. Y saltan las chispas. Los cuerpos arden. Fuego. Besos. Y más besos. Caricias. Y más caricias. Y luego más besos. Besos que arden. Que mojan. Cuerpos mojados. Que sudan. Dedos traviesos y juguetones. Que no descansan. Que no dan tregua. Risas y sonrisas. Y deseos ardientes. Deseos húmedos. Que no cesan. Que no se esfuman. Que permanecen.
Camas húmedas. Habitaciones ardientes. En cada casa. En cada vida. Y la que se sonroja al hablar de sexo. Y el que no tiene miedo a hablar de ello. Vidas distintas. Vidas ajenas. Vidas con amor. Vidas sin amor. Con sexo. Y sin sexo. Pero todas ellas. Todas ellas: vidas con deseo.

7 feb 2010

Haz que me lata el corazón. (Primera parte)

Haz que me lata el corazón. Que se acelere. Boom Boom. Con fuerza, hasta que explote. Consigue que mi corazón se acelere nada más verte llegar. Y que al rozarme con tus dedos se salga de mi pecho. Boom Boom. Bésame. Bésame como nunca has besado a nadie. Y tócame. Tócame a tu ritmo. A tu gusto. Roza tus labios con los míos. Y desciende por mi cuello. Recorre mi cuerpo con tus labios. Suave y lento. No me dejes con las ganas. Ni con la duda. Dime que me amas. Que me amas como nunca lo has hecho antes. Miénteme si hace falta. Miénteme para que mi corazón no deje de latir. Ámame, bésame, tócame, tómame. Y pisotéame, patéame, escúpeme, destrúyeme. Haz lo que quieras conmigo. Pero hazlo solo conmigo. Pero date prisa, porque me muero. Me muero poco a poco. Mi corazón se para. Y la culpa es tuya. Solo tuya. Y lo sabes, sí, lo sabes. Mi vida entera depende de tus latidos. De tus besos. De tus sonrisas. De tus caricias. De tus “te quiero”. Y noto que ellos faltan. Y me falta el aire. Al igual que le faltan los latidos a mi corazón. Y me muero si no están.

Y sabes perfectamente las veces que he soñado tus latidos, tus besos, tus sonrisas, tus caricias, tus “te quiero”. Sí, lo sabes. Pero no puedes imaginar lo que se siente al no tenerlos. El amor. El odio. No los puedes sentir.

Te quiero.

Él y ella, sentados en el suelo, viendo caer la lluvia tras el cristal de la ventana. Ella apoyaba su cabeza en el hombro de él. Y él posaba su mano izquierda en la pierna derecha de ella. Los dos se preguntaban lo mismo: “¿En qué pensará?” Y a los dos segundos los dos se inundaban de recuerdos intensos y húmedos. Al rato, ella se atrevió a realizar la pregunta:

- ¿- -En qué piensas?

- -En nada en concreto. – Contestó él.

- ¡Venga ya! – Y ella se echó a reír mientras se aparta de él. Él, con cara seria y extrañada se situó enfrente de ella.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué te ríes? – Preguntó entonces él.

- Porque me has mentido. No me creo que no pensaras en nada. – Respondió ella entre risas.

Él cogió la cabeza de ella entre sus manos y la acercó mucho a la suya. Mirándole a los ojos fijamente le dijo:

- No te he mentido, mi vida. He dicho toda la verdad, y no he dicho que no pensara en nada sino que no pensaba en nada en concreto. Pensaba en muchas cosas. En tus labios, en tu boca, en tu sonrisa y en todo tu cuerpo, junto al mío, muy cerca, rozando el mío. En lo que siento cuando me besas. Y en lo que siento cuando te vas. En cada instante que paso contigo. En ti, cariño, pensaba en ti. En ti y en tus besos, dulces y cálidos. En tus caricias y sobre todo en las veces que me dices “te quiero”. En definitiva, pensaba en todo y en nada a la vez.

Cuando se separó de ella pudo ver como caían lágrimas por sus mejillas y la miró extrañado. Ella sonrió y le dijo:

- Te quiero.

Y entonces fue él el que dejo escapar sus lágrimas.

Conversación con el Señor Día.

Buenos días señor día. ¿Qué tal amaneces hoy? Yo bien, gracias. ¿Sabes? Tampoco me interesa mucho si amaneces bien o no. ¿Qué por qué pregunto entonces? Por pura curiosidad, señor día. ¿Qué por qué no me interesa? Vaya, buena pregunta. Verás… no me interesa como amanezcas porque de eso no depende que seas bueno o malo. No depende de ti. Sino de mi. De según como lo mire. De según si decido sonreír o no. Y ¿sabes? Hoy, señor día, he decidido que no vas a ser nunca más malo. ¿Qué por qué? Es sencillo, soy joven y estoy viva. Vaya, dices que te parece lógico. Claro que lo es, ¿porqué no iba a serlo? Y al despertar y al verte, sonreiré, porque yo te veo increíble siempre, maravilloso. Y que seas así nunca depende de ti sino de mi. Ya ves, es muy sencillo. Caminaré por tus horas con la sonrisa en la cara, porque soy feliz así, y eso no es gracias a ti sino a mí, por decidir sonreír. ¿Qué qué pasará si en una de esas horas ocurre algo malo? Más sencillo aún. Seguiré sonriendo. Para poder vivir en paz. ¿Qué qué ocurrirá si me hacen daño? Lloraré. No te lo negaré. Pero se pasará pronto y volveré a sonreír cuando menos te lo esperes. Porque así es como soy feliz. Jaja, tienes razón señor día. Llorar no es siempre malo, y yo, a menudo, lloro de felicidad. ¿Qué qué haré cuando llegue la noche? Despedirme de ti hasta mañana, y darte las gracias por dejarme decidir a mí. Cerraré los ojos y me dormiré. Pero antes sonreiré y me diré a mi misma que mañana será un gran día.

Runrún

Toc Toc. Alguien toca a mi puerta. Toc Toc. ¿Quién es? Retumba en mi cabeza. Toc Toc. Nadie contesta. Shhh. No grites, no hables. No vaya a ser que mi cabeza despierte. Y el runrún. Runrún. No cesa. Y vuelven a llamar a mi puerta. Toc Toc. Y esta vez alguien deja un paquete para mí. Un paquete lleno de sospechas estúpidas, malentendidos y preocupaciones inútiles. Son amigos del runrún. Y se abrazan, y se besan. ¡Qué alegría! Y se unen todos como buenos amigos. Runrún. Y yo intento seguir con mi vida. Con todos ellos en mi cabeza. Runruneando. Runrún por aquí. Runrún por allá. Sin dejarme descansar. ¿Porqué lo iban a hacer? Si viven de mi. Me comen. Me consumen. Poco a poco. Viven gracias a mi. Viven gracias a mi dolor. Dolor. Dolor es lo que siento. Porque ya han arrasado con mi cabeza. Primero han mordido y luego han tragado. Y se han hecho más grandes. Más fuertes. Su cuerpo se compone de mi cerebro. Y mi cerebro son ellos. Y deambulo por la vida muerta en vida. Zombi. Soy una zombi. Y algunos se preocupan por mí. Y me dicen que no puedo seguir así. Pero de momento no depende de mí… de momento. Porque cuando todos duermen dentro de mi cabeza yo imagino otra vida. Sin ellos consumiéndome. Y sé que puedo lograrlo. ¿Porqué no iba a poder? Me llamo Susana Bailén y he conseguido superar obstáculos peores a este.

Pequeña confesión.

- ¿Sabes? Creo que esto va a salir bien, muy bien. - Comentó ella con una sonrisa mientras se sentaba en el suelo, junto a él.
- ¿Sí? ¿Y a que se debe eso? - Preguntó él acercandose más a ella.
- No lo sé, solo lo siento. Como cuando tienes un presentimiento. Un presentimiento de los buenos, claro. - Contesto ella sin dejar de sonreir.
- ¿Sabes que me gusta de ti? - Él apartó el pelo de ella para poder acariciarle la cara suevemente.
- ¿Qué?
- Que nunca pierdes la sonrisa, pase lo que pase. Eso me da fuerzas para continuar. - Dijo él sin apartar su mano de la cara de ella.
- ¿Sabes otra cosa? - Y ella acercó su cara más aún a la de él.
- Dime. - Sonrió por fin él.
- Creo que me estoy acostumbrando a ti.

Mi vida.

¿Qué es lo que debo esperar en esta vida? ¿Felicidad? ¿Amor?¿Qué es lo que debo esperar? ¿Fortuna? ¿Una casa bonita? ¿Un buen coche? Cuando dé el paso, cuando se produzca el cambio, cuando empiece mi nueva vida, ¿qué debo esperar? ¿Un beso todas mañanas? ¿Todas las noches? ¿Una familia? ¿Mi familia? ¿Un marido? ¿Unos hijos? ¿Qué es lo que debo esperar? ¿El dulce aroma del mar salado entrando por mi ventana? ¿El sonido de las voces de los transeúntes cada mañana, cada tarde? Si me dejo llevar por el destino… ¿qué sucederá? ¿Los siete días de la semana organizados perfectamente? ¿Eso debo esperar? ¿Postales navideñas con foto feliz y familiar cada año? ¿Por la mañana esto, por la tarde lo otro? ¿Todas y cada una de las mañanas, de las tardes? ¿Debo esperarlo? ¿Así debe ser mi vida? Una vida normal, fácil, cómoda, mediocre. Eso esperan todos de mí. Todos menos yo.
Cuando tengas un marido trata de darle siempre la razón, así evitaras discusiones. ¿Cuándo tenga un qué? ¿Qué haga qué? Cuando tengas tu casa, con tu familia, tendrás que tenerla organizada. ¿Con mi qué? Periodista… te vas a morir de hambre, hija. ¿Qué me voy a morir de qué? Eres un desastre. ¿Soy qué? Una mujer ha de hacerse siempre respetar. ¿Tanto como tú, abuela? Ésta es la vida que nos ha tocado, hija mía. ¿Estás seguro? Si te viera mi padre… Si me viera el abuelo, ¿qué? ¿Eh, papá? Tú no tienes ni idea de lo que es la vida. Sí, mama, sí lo sé. Por eso mismo. Yo no deseo esa vida, mamá, papá, abuela. Yo no. Yo no soy capaz de callarme lo injusto. Yo no soy capaz de tener siquiera un marido, ni una familia como la que conocéis. Yo quiero ser periodista, cueste lo que cueste, viva como viva. Yo quiero vivir a mi manera, y organizar mis cosas a mí manera. Yo quiero tener la vida que yo elija y no la que me toque. Yo quiero que mi abuelo se sienta orgulloso de mí por lo que soy y no por lo que tengo y cómo lo tengo. Yo quiero vivir mi propia vida, sin ataduras, sin obligaciones sociales. Porque lo que tú esperas de mi vida yo no lo espero. Yo no espero nada. Nada. Prefiero que la vida me lleve, siempre y cuando la vida sea mía.

Débiles

Débil. Cada vez más débil. Me siento débil. Débil frente a tanta gente fuerte. Gente fuerte que te sonríe fácil. Tú, que te sientes débil, sonríes difícil. Y fuera de aquella situación, gente fuerte que sonríe fuerte y fácil, que te habla sereno y fácil. Que parecen no tener debilidad, que sonríen y hablan y te miran seguros. Y quisieras ser como ellos. Fuertes, serenos, seguros, fáciles. Admiras su serenidad frente a las cosas difíciles, su fácil manera de actuar, su sonrisa frente a las situaciones extremas. Y sigues queriendo ser como ellos. Ellos de pie, firmes, en la Tierra, en el mundo. Tú sentada, frágil, debajo de todos ellos. Mirándolos desde muy, muy abajo. Viendo cómo te sonríen desde muy, muy arriba. Fuertes. Ajenos a tu debilidad.
Y un día descubres algo en uno de ellos. Su forma de mirar, de mover su cuerpo, de escoger las palabras. Algo de lo que nunca te habías percatado antes. Observas. Observas a cada una de las personas que te rodean. Y descubres ese algo, el algo que todos esconden, que tienen miedo a que otros descubran. Su secreto. Y entonces les miras fuerte, segura, serena, fácil, pero débil y frágil a la vez. Y descubres su verdad, su debilidad. Débiles. Porque lo son, sí, lo son. Son débiles. Igual que tú, que yo, que todos. Y ellos jamás han notado tu debilidad, tu miedo a que la descubrieran, tu vergüenza. Porque son igual de débiles que tú. Todos y cada uno de nosotros somos débiles y es eso lo que nos hace más fuertes que nadie.

La felicidad de Susana Bailén

Y el día en el que la felicidad dejó de significar para mí todo lo que había significado hasta entonces. Ese día. Me dí cuenta de que tenía mucho, mucho, mucho más que otros. Otros para los cuales el significado de felicidad aún es anticuado e insignificante en comparación a la verdadera felicidad. Una verdadera felicidad que radia en los que la poseen. Y esta verdad no está en las cosas materiales ni mucho menos, sino en las personas. En esas personas que tenemos siempre cerca y nunca, nunca te fallan de verdad. Da lo mismo si son amigos, familiares o parejas sentimentales, son PERSONAS cualquiera las que nos traen la felicidad suprema.
Que la verdadera felicidad reside en las personas cercanas es tan cierto como que reside en el interior de cada persona. Las personas deben sacar esa gran felicidad que todos llevamos dentro y que nos hace renacer cuando creemos todo perdido. Porque, sí, está, está ahí, en lo más profundo del ser. No existen personas afortunadas o desafortunadas sino personas que son felices con poco o con mucho, o lo que es lo mismo personas que conocen la verdadera felicidad o que no.
Y sí, es cierto, todos nos hemos sentido tristes alguna vez, hasta aún conociendo esta verdad, pero es inevitable. Primero porque si no conocemos la infelicidad, ¿cómo vamos a ser capaces de conocer la felicidad? Y segundo, porque debemos desengañarnos, la felicidad eterna no existe. No siempre podemos ser felices. Y señores, creo que conociendo primeramente esto, ya podemos llegar a ser muy felices.
Debemos valorar lo que tenemos y pensar que siempre habrá gente que tenga menos que yo. Porque la felicidad no se mide en nivel de comodidad sino en nivel de cosas realmente valiosas como son las personas.
La principal verdad que existe sobre la felicidad es que reside en las personas. Reflexionad si no, ¿que es lo que sentimos cuando perdemos a una persona realmente importante para nosotros, sentimos que le hemos dañado, que nos ha defraudado o le ha sucedido algo que le ha arrebatado por un tiempo la felicidad? Sí señores, infelicidad.

Sensaciones (Corto)

Poner la mente en blanco. Sentir. Pensar. Escuchar. Entender. Y llorar. Una lágrima. Dos. Y tres. Y cientos de lágrimas. Y sentir. Y pensar. Y escuchar. Pero no entender. No saber. Mirar. Observar. Mirar a tu alrededor. Observar el mundo. Sentir. Pensar. Escuchar. Observar. Llorar. No entender. No saber. Recapacitar. Recordar. Reconstruir tu vida. Organizar tus prioridades. Sentir. Pensar. Escuchar. Observar. Llorar. Recapacitar. No entender. No saber. Y llorar. Una lágrima. Dos. Y tres. Y cientos de lágrimas. Lágrimas tristes. Angustiadas. Ansiosas. Ignorantes. Y llorar. Llorar por sentir, pensar, escuchar, observar, llorar, recapacitar y no entender, no saber...

Demasiado tarde. (Fragmento)

Era demasiado tarde para volver atrás. Yo lo sabia. Y él también. Los dos lo sabíamos. Por eso cuando llegué a casa no pasé por su cuarto, fui directamente al mio. Sabía con certeza que él se encontraba en el suyo y que me había oído llegar. Ana y Carlos se encontraban en casa, eso también lo sabía. Y nos habían oído llegar. Sabían perfectamente lo que estaba pasando. Todo el mundo lo sabía, se veía venir. Al igual que lo había visto venir Núria, y Carol, y Alex, y hasta yo. Pero Fer no, él no. Él jamás lo hubiese imaginado. Él y su inocencia casi infantil nunca habrían sospechado nada. Yo era su novia, su primer amor, y Alex. Alex era su hermano, su confidente.
Me sentía tan culpable. Yo le quería. Le quería mucho. Pero no lo suficiente como para parar la tentación, el deseo, la pasión.
Alex me corrompía, y lo supe desde que lo conocí. Desde que me paró en la estación de tren. Él, con cada gesto, con cada mirada, con cada sonrisa desarmaba mi vulnerable corazón. Pero yo había sido fuerte, había resistido todo este tiempo, porque le quería, porque amaba a Fer. Pero aquella trágica tarde de febrero, lluviosa, triste, se había convertido en la peor de todas las tardes. Y ahora lo comprendía. Comprendía porque la lluvia era triste, porque para todo el mundo era triste, menos para mí. Ahora la lluvia se me pegaba en la conciencia, me quemaba, y el olor a húmedo se había convertido en putrefacto, en un olor pésimo.
Aquella tarde marcó un antes y un después en mi vida. Había hecho mucho daño a mucha gente, y sobretodo a mí misma. Por eso corrí hacia el armario, cogí toda la ropa que tenía allí y la metí en maletas. Cogí todo lo que pudiera recordar a mí, todas la fotos, mis regalos, mis cuadernos, y me fui. Bajé las escaleras casi al trote mientras escuchaba a Fer pidiéndome que no me fuera. Ana me advirtió de que no tenía a donde ir, y me dijo que me quedara una noche más. Pero no les hice caso. No iba a hacerles más daño aún. Y cerré la puerta de la entrada tras de mi. Oí los llantos de un niño pequeño y abandonado, y las consolaciones de una madre a la que le han arrebatado a su niño pequeño. Me partió el corazón, pero ya era tarde. Yo lo sabía. Y el también. Todo el mundo lo sabía.
Anduve cargada de maletas y bolsas por toda la ciudad. Llovía. Y me quemaba, me daba tanto asco. Me senté en un portal. Estaba sola y no sabía a quien llamar, así que saqué mi teléfono móvil y marqué el primer número que me vino en mente.

- ¿Álex? Álex necesito tu ayuda. Es urgente.

Imagina ser palmera.

Apagué el ordenador y me levanté de la silla. Me dirigí hasta mi cama, me tumbé. Apagué la luz, y me puse a cantar. Nacesitaba un poco de tiempo, solo un poco. Necesitaba un poco de tiempo para pensar, para reflexionar. Canté y sentí cada una de mis palabras en mi pecho, sentí el sonido de mi voz en mis oidos. Dulce, relajado. Escuché las palabras que liberaban mis labios, una por una, las enlazé entre sí y les di un signifacado, entonces lo comprendí. Cerre mis labios para que no liberaran ningún sonido más, encendí la luz y me incorporé... me dí cuenta de que mis mejillas estaban mojadas y me las sequé con la manga de la camisa. Miré un momento la lámpara de mi habitación, y salí apresurada de ella... abrí la puerta de mi casa para cerrarla trás de mi. Y me puse a correr... corrí hasta el parque, mi parque. Me senté en el césped sola, aislada, observé a las palmeras que se elevaban por encima de mi cabeza, observé el cálido vaivén de sus palmas, allá en lo alto. Observe sus troncos firmes que se impulsan hacia el cielo, los cuales parecen tambalearse, siempre, cada vez que hay viento. Y me acordé de cuando era pequeña, de cuando iba al colegio. Me acordé de lo que siempre nos contaban, año tras año... "¿Sabeis que no se sabe hasta cuanto puede llegar a medir una palmera? Pues resulta que antes de que termine por completo su creciemiento, cuando llegan a los 20 metros aproximadamente, el tronco se quiebra y se cae. También es importante que sepais que tienen una vida de entre 250 y 300 años, increíble, ¿verdad? Así que es muy probable que las palmeras midan mucho más de lo que vemos nosotros."
Me quedé atónita, al igual que tras aquella explicación, año tras año. Las observé, seguí su perfecta coreografía y apollé mi espalda en una de ellas, cerré los ojos y pasé toda la tarde así... imaginando ser palmera.

No quiero ser mediocre (Primera parte)

La mediocridad es aburrida. Aburrida y triste. Por eso intento huir de ella. Por eso, y porque cuando te atrapa, ya es muy difícil escapar. Te atrapa como el águila a su presa, como una hechicera ágil y habilidosa. Y yo no quiero ser triste, ni triste ni aburrida. La mediocridad es poco interesante, es aburrida y triste al fin y al cabo.
Y a mi, que no quiero ser mediocre, me gusta pararme a mirar el mundo, salir de él por un instante. Y me gusta observar a la gente, a la gente sencilla y pequeña. Gente que se conforma con poco, gente que se dedica a lo que se dedica por simple comodidad... que eligió su camino solo porque era rentable, porque así viviría medianamente bien. Gente que no posee ideales propios... que vota en unas elecciones tan solo por votar, porque es su deber como ciudadano corriente. Gente que se casa, que tiene hijos, que se divorcia y se vuelve a casar... Mujeres, mujeres como lo soy yo, que no se dedican a otra cosa más que a cuidar de la casa, a su marido e hijos. Y yo no quiero ser así. No quiero llevar una vida aburrida. Yo creo en el amor, en el amor eterno, pero no en la vida triste en pareja... Observo y observo a la gente pequeña y corriente... y solo me doy cuenta de una cosa: Yo no quiero ser triste y aburrida.

Mi asignatura pendiente

Puede ser que haya aprendido muchas cosas en los últimos años, puede que haya madurado algo más, pero sigo teniendo la misma asignatura pendiente año tras año...
Y es que siempre me aparece el mismo fantasma, por mucho que intento... no consigo afrontarlo sin más, como hacen todos. Me siento tan estúpida y cobarde...
Y no sabes lo que me gustaría coger un día cualquiera y decirte todo lo que siento... poder enfrentarme a eso que más temo. Decirte que poco a poco voy sintiendo más, y que hay veces en las que creo que no puedo más y que debo contartelo todo ... pero el miedo sigue impidiendolo.

Y sabes? Lo peor de todo esque siento que te pierdo, día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto... el tiempo pasa tan deprisa... y parece que te pierdo para siempre... y tengo unas ganas locas de llorar... de rendirme, de dejarlo todo pasar... pero sé que no debo, porque se lo debo a tanta gente... porque sé que confian en mí... en que algún día tendré esa suerte que me ha faltado tantas veces, y un buen día, y espero no muy lejano, podré superar esa asignatura que me queda, mi asignatura pendiente.

Amor


Nunca en mi vida he sabido describir esta sensación...
Todas y cada una de las que siento, las he descrito después, he sabido hacerlo, ha sido sencillo.
Y ahora me enfrento de nuevo a esta... y... me vuelvo a quedar en blanco... jamás lo entenderé... es como si mi mente dejara de funcionar... o mejor... como si funcionara por sí misma... como si no me necesitase... y pensara solo, en lo que ella quisiese...
y al parecer lo que ella quiere... es él. Ella quiere mirar su foto una y otra vez.. Desea tocarle una vez más, ecuchar su voz.... o almenos recordarla... en momentos así ataca a mi corazón, él se resiste, pero al final se rinde y se convierte en una orquesta de tambores... y se unen los dos.. para hacerme la vida imposible... para hacerme sufrir... se cordinan.. hacen daño...
Y es entonces cuando me rindo ante ellos...
Le necesito a él, solo a él.. más que el agua o el aire.. más que poder vivir, y miro su foto una vez tras otra.. intento recordar como era su voz., su boca, su ojos... volver a sentir su último abrazo.. y quiero tenerle junto a mí... solo pido eso... estar con él...
Poco después me vuelvo a preguntar que es lo que siento... que sucede dentro de mí...
Y no lo sé... porque por mucho que intente explicarlo, me quedo a medias... es indescriptible.

Prueba a hacerlo.

Sentir que todo está mal... que la vida está mal, que el mundo... está peor. Y quieres... quieres hacer tanto... que al final no haces nada... y si no haces nada, te sientes mal, y al final... todavia peor...
Y un día cualquiera te levantas, y dices: "Sí, hoy es el día... hoy lo voy a hacer" Y la ilusión te recorre la mente, y entonces te sientes feliz. Y aunque esta felicidad dure poco, porque al final todo salió mal... y las cosas no fueron como tu esperabas... y todo volvió a ser como antes, o peor... puedes estar orgulloso, porque hiciste lo que debías, te enfrentaste al mundo, tuviste el valor suficiente que otros jamás tendran... Otros que se sientan a ver pasar el mundo... será que es divertido ver las cosas salir mal... o será que es mucho mejor quejarse de aquellos que lo hicieron mal sin inmutarse apenas a probar si ellos lo harían mejor...

Mi final.


Y fue cuando sentí la puñalada en el pecho... Esa puñalada que atraviesa mi corazón, que lo destruye, que lo parte en dos..
y ya no hay más historias de amor, ya no.. se acabó. Siento el final resurgir de entre mis dedos... el final de todo esto llegó... mi final. Una llama de fuego se extiende por todo mi cuerpo, desde la grieta de mi corazón... hasta el más pequeño de los rincones... arde, todo arde... ya no me importa nada más.. no hay nada en este mundo que me importe ya.. Nada. Nada que me saque de este infierno... Atrás quedaron aquellos consejos.. aquellos que yo misma daba.. y ahora toca aceptar que eso de pasar página, aveces no funciona... que ellos tenian razón... que el amor es una mierda. Y ahora siento caer ácido por mis mejillas, un ácido que destruye poco poco.. lo que resta de mi alma... arde, quema.. todo da vueltas... supongo que este es el final... muero... poco a poco, lento, muy lento... el dolor se apodera de todo mi ser.. sin duda la peor muerte.
Paso horas y horas tumbada en la cama... esperando al final.. mueriendo en vida... pero ese final no llega... y entonces es cuando nace en mí ese pequeño brote de esperanza.. porque sé, sí, lo sé.. lo habré repetido miles de veces... hay que pasar página... la vida no es solo él... y mientras yo he estado aquí pudriendome... la vida ha seguido sin mí... me levanto, me seco las lágrimas y me digo a mí misma: "Sal y cómete el mundo. Que le den."

El amor se encuentra, no se busca.


Buscamos. Buscamos que? Buscamos algo que nos haga sentir bien. Algo? Alguien :) Buscamos a alguien que para nosotros sea... el amor más grande. Buscamos unos ojos. Unos ojos que al encontrarse ardan. Ardan de pasion, de deseo. Bucasmos unos labios. Unos labios que con tan solo rozarlos nos descubran los secretos más profundos que guarda su corazon. Y unas manos. Buscamos unas manos. Unas manos que sepan acariciarnos. Que sepan que tocar en cada momento. Y buscamos palabras. Palabras, que como manos, sepan que decir a cada instante. Palabras, que en realidad, no significan más que... amor.
Y entonces, un día, descubres que lo has encontrado. Has encontrado a ese alguien. Un alguien al que jamás podrás explicar con palabras lo que sientes. Un alguien al que un dia contarás el tiempo que llevabas buscando. Buscando a ese alguien. Pero no te darás cuenta de esa gran verdad hasta pasado un buen tiempo. Esa gran verdad que no es más que... EL AMOR SE ENCUENTRA, NO SE BUSCA.