Fracaso tras fracaso. Ir detrás del fracaso. Y no porque se busque, sino porque obliga a seguirle. ¿Y qué se debe hacer? Nada. Seguir hacia adelante, con la cabeza bien alta y una sonrisa en la cara. Porque algún día la suerte sonreirá.
Y no importará mirar hacia atrás y contemplar cuales fueron los errores. Y si no se encuentra errores… sonreír y confirmar que no fue culpa nuestra. Y si se vuelve a caer en el fracaso… tranquilizarse y reflexionar sobre la afirmación de que en esta vida no todo tiene porqué ser bonito.
Y es que ahora, después del último fracaso, me pregunto cuál es verdadero significado del amor. Si debo creer en el amor eterno. Si debo creer en el amor. Y vuelvo a confirmar mi teoría de que el amor se encuentra, no se busca. ¿Qué importa si se tarda toda una vida para encontrarlo? Lo importante es encontrarlo. ¿Para qué vivir toda una vida con una persona a la que no sientes plenamente? Para nada. Para no vivir un amor realmente verdadero. Por eso no lamento haber perdido el tiempo con amores que no eran de verdad. Porque he aprendido que es lo que quiero realmente. Y he comprendido, al fin, que el amor es el que mueve mi mundo particular. Quizás, estos fracasos, no sean tan fracasos.