Haz que me lata el corazón. Que se acelere. Boom Boom. Con fuerza, hasta que explote. Consigue que mi corazón se acelere nada más verte llegar. Y que al rozarme con tus dedos se salga de mi pecho. Boom Boom. Bésame. Bésame como nunca has besado a nadie. Y tócame. Tócame a tu ritmo. A tu gusto. Roza tus labios con los míos. Y desciende por mi cuello. Recorre mi cuerpo con tus labios. Suave y lento. No me dejes con las ganas. Ni con la duda. Dime que me amas. Que me amas como nunca lo has hecho antes. Miénteme si hace falta. Miénteme para que mi corazón no deje de latir. Ámame, bésame, tócame, tómame. Y pisotéame, patéame, escúpeme, destrúyeme. Haz lo que quieras conmigo. Pero hazlo solo conmigo. Pero date prisa, porque me muero. Me muero poco a poco. Mi corazón se para. Y la culpa es tuya. Solo tuya. Y lo sabes, sí, lo sabes. Mi vida entera depende de tus latidos. De tus besos. De tus sonrisas. De tus caricias. De tus “te quiero”. Y noto que ellos faltan. Y me falta el aire. Al igual que le faltan los latidos a mi corazón. Y me muero si no están.
Y sabes perfectamente las veces que he soñado tus latidos, tus besos, tus sonrisas, tus caricias, tus “te quiero”. Sí, lo sabes. Pero no puedes imaginar lo que se siente al no tenerlos. El amor. El odio. No los puedes sentir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario