" Uno escribe su propia vida, sólo que, por pudor, la escribe en jeroglífico."
Francisco Ayala.

7 feb 2010

Conversación con el Señor Día.

Buenos días señor día. ¿Qué tal amaneces hoy? Yo bien, gracias. ¿Sabes? Tampoco me interesa mucho si amaneces bien o no. ¿Qué por qué pregunto entonces? Por pura curiosidad, señor día. ¿Qué por qué no me interesa? Vaya, buena pregunta. Verás… no me interesa como amanezcas porque de eso no depende que seas bueno o malo. No depende de ti. Sino de mi. De según como lo mire. De según si decido sonreír o no. Y ¿sabes? Hoy, señor día, he decidido que no vas a ser nunca más malo. ¿Qué por qué? Es sencillo, soy joven y estoy viva. Vaya, dices que te parece lógico. Claro que lo es, ¿porqué no iba a serlo? Y al despertar y al verte, sonreiré, porque yo te veo increíble siempre, maravilloso. Y que seas así nunca depende de ti sino de mi. Ya ves, es muy sencillo. Caminaré por tus horas con la sonrisa en la cara, porque soy feliz así, y eso no es gracias a ti sino a mí, por decidir sonreír. ¿Qué qué pasará si en una de esas horas ocurre algo malo? Más sencillo aún. Seguiré sonriendo. Para poder vivir en paz. ¿Qué qué ocurrirá si me hacen daño? Lloraré. No te lo negaré. Pero se pasará pronto y volveré a sonreír cuando menos te lo esperes. Porque así es como soy feliz. Jaja, tienes razón señor día. Llorar no es siempre malo, y yo, a menudo, lloro de felicidad. ¿Qué qué haré cuando llegue la noche? Despedirme de ti hasta mañana, y darte las gracias por dejarme decidir a mí. Cerraré los ojos y me dormiré. Pero antes sonreiré y me diré a mi misma que mañana será un gran día.

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